viernes, 24 de julio de 2009

Nuestra investigacion se trata de una manilla que haga en la gente un cambio a la hora de pelear con otras personas, permitiendo asi que las personas se sientan mas seguras.

LA AGRECION A LAS PERSONAS

Los mecanismos de la evolución tienden a moderar la intensidad de la conducta agresiva intraespecífica debido a que combatir es peligroso, y puede originar lesiones graves o la muerte. Una forma de minimizar la agresión es la tendencia programada genéticamente de establecer territorios. La ritualización del combate es ventajosa para ambos contendientes, ya que incluso el ganador tiene mucho que perder si resulta lesionado en la pelea (la ventaja para el posible perdedor de que el hombre más fuerte no la lleve hasta el límite es obvia). Una persona victoriosa, lesionada o exhausta, puede ser incapaz de derrotar a su próximo oponente y quedar vulnerable a otros contrincantes. Por consiguiente, Cada maniobra demuestra la aceptación de la derrota e impide una nueva agresión.

Agresión (psicología), conducta cuya finalidad es causar daño a un objeto o persona. La conducta agresiva en el ser humano puede interpretarse como manifestación de un instinto o pulsión de destrucción, como reacción que aparece ante cualquier tipo de frustración o como respuesta aprendida ante situaciones determinadas.
En sus primeros estudios sobre la agresión, el neurólogo austriaco Sigmund Freud postuló que la agresión era una “reacción primordial” del ser humano ante su imposibilidad de buscar el placer o evitar el dolor. Más adelante, sin embargo, sus investigaciones le llevaron a la conclusión de que en todo individuo existe un instinto innato de destrucción y de muerte. la conducta agresiva se encuentra vinculada a la frustración. El psicoterapeuta estadounidense John Dollard desarrolló la hipótesis de que la intensidad de la agresión es inversamente proporcional a la intensidad de la frustración. Para Dollard, la frustración es una “interferencia que impide llevar a cabo una respuesta de acercamiento al objetivo en un determinado momento”. Esta teoría, muy controvertida en su época, ha pasado hoy a ser menos rotunda. Al parecer, la frustración origina un estado emocional que “predispone” a actuar de forma agresiva, pero sólo en determinadas condiciones y en personas propensas.
Por último, el aprendizaje juega un papel fundamental en la conducta agresiva. Seres humanos y animales pueden aprender a evitar reaccionar de forma agresiva ante situaciones que originan una respuesta hostil, y pueden, de forma paralela, actuar de manera agresiva frente a situaciones que no provocan violencia.